Por casualidad leo que el término libro electrónico ha sido admitido por la RAE. Muy crudo lo van a tener a medio y largo plazo los editores de libros en papel, a beneficio del medio ambiente y del lector en general. Los editores de periódicos y prensa tradicional ya no saben qué regalar para conseguir colocar algunos ejemplares. En un corto periodo de tiempo, y siempre que dispongamos de una conexión (inhalámbrica) a la red, no les van a dar salida ni regalándolos. El libro digital o eletrónico tiene muchas ventajas y muchos inconvenientes. Pero el aspecto económico es sólo uno de los que es necesario tener en cuenta para apostar por lo digital. Mucho contenido a precio muy reducido, en comparación con lo que antiguamente podía llegar a constar una enciclopedia en formato papel o las secciones de interés de diversos periódicos o revistas de interés.
Algo parecido ha ocurrido con las fotografías en papel. Los laboratorios de fotografía ya no pueden hacer más descuentos para animar a los consumidores a pasar sus imágenes digitales a papel, ya sea en forma de libros o de copias al estilo tradicional. A medida que se han popularizado los dispositivos portátiles electrónicos, con o sin conexión a la red, el acceso a fotografías digitales o electrónicas va adquiriendo dimensiones nunca conocidas, tanto en lo que se refiere a trabajos realizados por profesionales como por aficionados.
Otro tema es contemplar y admirar una fotografía positivada en papel fotográfico. Creo que poco tiene que ver con copias impresas obtenidas a partir de resinas y tintas en impresoras de última generación, aunque a veces es difícil distinguirlas de las copias obtenidas siguiendo métodos químicos tradicionales. Por tal motivo, creo que sería interesante comenzar a distinguir entre fotografías digitales o electrónicas, para las que es necesario un dispositivo electrónico o digital para poder contemplarlas; y copias fotográficas positivadas mediante la proyección de luz sobre un negativo, previante revelado en un tanque de revelado, por ejemplo, utilizando productos químicos para separar y fijar la plata.
Por tanto, por un lado tenemos fotografías digitales que se ven muy bien en una pantalla, y puedes pasarlas a papel y dependiendo de la impresora utilizada quedarán más o menos bien. Y por otro lado tenemos copias fotográficas en papel, que también se pueden digitalizar, bien a partir del negativo, bien a partir de la copia. Pero hay grandes diferencias entre contemplar una copia fotográfica en papel o en formato electrónico. De la misma manera que hay grandes diferencias entre leer un periódico o un libro en formato papel o en formato digital. Y que cada uno saque sus propias conclusiones. Por más que no lo quieran ver y les pese a los grandes laboratorios fotográficos tradicionales y a los editores de prensa tradicional.
Algo parecido ha ocurrido con las fotografías en papel. Los laboratorios de fotografía ya no pueden hacer más descuentos para animar a los consumidores a pasar sus imágenes digitales a papel, ya sea en forma de libros o de copias al estilo tradicional. A medida que se han popularizado los dispositivos portátiles electrónicos, con o sin conexión a la red, el acceso a fotografías digitales o electrónicas va adquiriendo dimensiones nunca conocidas, tanto en lo que se refiere a trabajos realizados por profesionales como por aficionados.
Otro tema es contemplar y admirar una fotografía positivada en papel fotográfico. Creo que poco tiene que ver con copias impresas obtenidas a partir de resinas y tintas en impresoras de última generación, aunque a veces es difícil distinguirlas de las copias obtenidas siguiendo métodos químicos tradicionales. Por tal motivo, creo que sería interesante comenzar a distinguir entre fotografías digitales o electrónicas, para las que es necesario un dispositivo electrónico o digital para poder contemplarlas; y copias fotográficas positivadas mediante la proyección de luz sobre un negativo, previante revelado en un tanque de revelado, por ejemplo, utilizando productos químicos para separar y fijar la plata.
Por tanto, por un lado tenemos fotografías digitales que se ven muy bien en una pantalla, y puedes pasarlas a papel y dependiendo de la impresora utilizada quedarán más o menos bien. Y por otro lado tenemos copias fotográficas en papel, que también se pueden digitalizar, bien a partir del negativo, bien a partir de la copia. Pero hay grandes diferencias entre contemplar una copia fotográfica en papel o en formato electrónico. De la misma manera que hay grandes diferencias entre leer un periódico o un libro en formato papel o en formato digital. Y que cada uno saque sus propias conclusiones. Por más que no lo quieran ver y les pese a los grandes laboratorios fotográficos tradicionales y a los editores de prensa tradicional.