miércoles, 22 de julio de 2009

La fotografía como medio de expresión personal, más alla de la técnica o Una batalla comercial en el capitalismo salvaje de las imágenes

No entiendo por qué algunos usuarios de cámaras fotográficas digitales
se enojan tanto cuando oyen hablar de la fotografía analógica, que ahora
se denomina fotografía química. La verdad es que a mí tampoco me gusta
la palabra analógica, pero es la que he usado toda la vida para
refereirme a la fotografía realizada con un carrete con una emulsión
sensible a la luz. Ahora se empieza a conocer también como fotografía de
laboratorio. Pero cuidado porque la contraparte contraataca con el nuevo
laboratorio digital, compuesto por un pc conectado a la red y una cámara
digital. Chorradas. Un laboratorio es un laboratorio y requiere de uno u
varios puntos de luz roja que no dañe el material sensible, léase papel,
y total obscuridad cuando la película se enrolla en la espiral que se
introduce en el tanque de revelado. En resumen que la fotografía química
es la que se ha hecho toda la vida y la digital es la que se refiere a
la imagen obtenida con una cámara digital que incorpora un sensor que
registra la luz y genera un archivo que luego se descarga en el
ordenador y se procesa o retoca con un programa informático como el
photoshop. El archivo generado puede estar en varios formatos y hay
verdaderos partidarios de uno u otro. Los hay que no pueden oir hablar
de raw, ya que genera archivos más pesados y requiere equipos
informáticos más modernos y caros, también tarjetas con mayor capacidad
de almacenamiento y más tiempo para trastear la imagen. Los partidarios
del jpeg o jpg suelen ser fotoaficonados del tres al cuarto que no
quieren complicarse la existencia con más termininología y quieren algo
muy bueno a precio muy bajo, huyen de la palabra ruido y desconocen a
qué se refiere el grano. Anhelan la estabilidad también en la imagen. De
la acutancia ni hablar, pero suelen probar con multitud de filtros,
pinceles y paletas que generan efectos cuanto menos curiosos y
sorprendentes. En este panorama la imagen y todo lo que le rodea está
adquiriendo características de fenomeno de masas. Cada día es más fácil
tomar y hacer fotografías y colgarlas en la red al alcance de cualquier
ciudadano del mundo con acceso a internet. Posiblemente en la práctica
la imagen sea el lenguaje universal en los inicios del tercer milenio
de la era cristiana. Y es que te puedes colar en cualquier parte de
cualquier lejano país y ver lo que está siendo fotografiado por
cualquier ciudadano que utiliza su cámara para mostrar su realidad. Y se
utilizan tanto las cámaras digitales como las analógicas, perdón las de
fotografía química o de carrete o de laboratorio. Estas últimas tienen
el inconveniente, si quieres colgarlas en la red, de tener que escanear
los negativos con la consiguiente pérdida de tiempo y de calidad.
Pamplinas. Apenas veinticinco minutos tardé la tarde del pasado viernes
en escanear un t-max de kodak de 24 exposiciones en un canosacan 5200F y
a una resolución de 1200 ppp. Los resultados son más que aceptables para
colgarlos en la red y si quieres copias en papel pues ya sabes, depende
si las quieres en formato de tarjeta de visita o en un tamaño digno para
presentar a un concurso o para realizar un exposición. En el caso de las
imágenes digitales que quieres pasar a papel o bien te haces un experto
en impresoras, tintas y papeles o bien las llevas a ese laboratorio que
igual te mete unos tonos verdosos casi imperceptibles y te hace cada una
a un tamaño distinto según el tamaño del archivo o de los píxeles de la
imagen. En el caso de los negativos debes disponer de tiempo y paciencia
para hacer pruebas y encerrarte en el laboratorio de verdad para
realizar una copia como Dios manda. Esta segunda opción, la del
positivado en el laboratorio, no la puedes realizar con las imágenes
captadas con un DSRL, por contra puedes probar con las impresoras, que
tienen su lado positivo. Porque la ampliación personal en el laboratorio
mediante la utilización de una ampliadora y la luz proyectada sobre el
papel tiene el inconveniente de que siempre aparece un puntito donde no
querías o un pelito o una pelusita que te obliga a positivar de nuevo y
gastar más papel. Y el papel es caro, muy caro. No así las películas.
Contra todo pronóstico cada vez hay más películas, me refiero a films en
blanco y negro, y sorprendentemente han bajado de precio, y eso que las
traen de muy diversos lugares, países de Europa del Este, Japón,
Alemania,...
Pero el motivo de este post era enfatizar en la condición del medio como
expresión personal, ya sea artística, profesional o de pasatiempo y no
tanto en distinguir entre las características técnicas de las imágenes.
Es decir, la fotografía es un medio de expresión, más allá de la técnica
utilizada, por tanto no se puede renegar de las imágenes digitales por
el hecho de ser digitales ni ser un ciego apasionado de la fotografía
química. El problema quizá sea la baja calidad de la gran cantidad de
imágenes que diariamente se realizan y se exponen en la red y que se
suman a las ya existentes, aumentando así el inventario de contenido
gráfico y visual en el mundo, y esto no tiene marcha atrás. Con el paso
de los años la cosa promete ser impresionante. Con este panorama nos
debemos plantear dónde está la fotografía artística, dónde está el
fotoperiodismo de calidad actualmente, dónde el documento social que
valga la pena,... Porque es imposible ver toda la cantidad de imágenes
que diariamente se realizan.
Antiguamente el mundo se limitaba a tu pueblo, a tu ciudad, a tu país.
Pero hoy día internet ha cambiado la noción del mundo como espacio
abarcable desde un punto de vista humano. Según Protágoras, el hombre es
la medida de todas las cosas... hasta la aparición de internet,
podríamos decir ahora. Y mientras, los dos bandos se hacen más patentes,
por un lado la masa informe y consumista de nuevas opticas y cuerpos
digitales que hasta coloca passe-partout de pega y por otro los cultos,
elegantes y meticulosos blanquinegristas ansiosos por probar nuevas
emulsiones, nuevas fórmulas y con el miedo en el cuerpo a la hora de
revelar porque en ese carrete puede que esté la foto de tu vida. Quizá
todo sea una cuestión del mercado y una guerra comercial en este
capitalismo salvaje que tanto necesita de las imágenes según Susan.